La arrogancia de jugar a ser un dios

 

Una figura oscura y encapuchada, sentada en un gran trono gótico dentro de una catedral, manipula hilos de los que cuelgan siluetas de personas, simbolizando el control y el juego de "ser dios"

¿Alguna vez has jugado a ser dios? Es un juego realmente emocionante. Bajo un falso altruismo, aparecemos para ayudar a otros y movemos los hilos. Consejos, dirección, cámara y acción… hay alguien bailando al son de nuestra música.

Siempre he pensado que soy una persona bastante arrogante, porque he jugado demasiado al juego del dios. Dios en la vida de aquellas ovejas perdidas que necesitan de mi mano para encontrar su camino; dios sirviendo de intermediaria para que las cosas se concreten, para que las personas se entiendan, para que el desamparado encuentre algún lugar al que llegar. He jugado a ser dios tantas veces, enseñando y sacrificándome para que quien digo amar, logre todo lo que desea. ¿Y yo? Yo me lleno con ello.

Me lleno de sus emociones, me lleno de su agradecimiento, me lleno de su devoción, me jacto con su adulación y me emociono de pensar en su gran deuda. Por supuesto, dios no pide pagos; por lo tanto, la deuda será la gratitud eterna y eso significará que le rindan homenaje el resto de sus días.

Cuéntame, ¿a cuántos dioses has conocido? Se hacen pasar por gente buena, gente que lo entrega todo por amor, pero realmente absorben la felicidad de otros para sí mismos. Seres solitarios, seres egoístas, llenos de dolor, seres que hacen todo en nombre del amor. Ellos no se sienten capaces de sobrepasar sus límites, así que consiguen a aquellos capaces de lograrlo todo y así pertenecer.

¿Te gustaría que jugara contigo a ser tu dios? Me conocerás, te fascinará mi personalidad, la forma en la que hablo, lo mucho que soy capaz de conocerte, de valorarte, de amarte, de aceptar de ti aquello que nadie jamás aceptó. Puedo entender con facilidad todo lo que yace en lo más profundo de tu corazón… podría destruirte. ¡Ah! ¿Pero por qué hacerlo? No tiene sentido hacer algo que te va a alejar, cuando podría enseñarte a construirte y, con esto, convertirme por el resto de tus días en tu dios.

Sí, soy muy arrogante. Pero debo admitir que jugar a ser dios se me da exquisitamente bien.

Comentarios

Escritos populares

Revivir a los muertos: el dolor de un duelo que no quiero vivir

Like a psychopath: a first kisses collector

Entre pestañas y deseos: un rito cargado de amor